Por: Yanio C. Concepción
Como está la sociedad así está su gente, como piensan los líderes así piensa la gente. ¡Qué reto tenemos los padres de familia de educar en valores para cambiar el rumbo calamitoso y de podredumbre que nos encausaron los políticos y empresarios corruptos que se apoderaron del erario público para incrementar su riqueza e impunidad!
Ver líderes sin ética ni moral instalados en las instituciones, iglesias y clubes sociales para garantizar su impunidad es indignante. Unos y otros nos han dejado un país enfermo de ambición y ´buscasuyismo´, donde la gente descaradamente pide: “dame lo mío”. Quienes ocupan los cargos públicos, en su mayoría, buscan su enganche sin trabajar, reciben lujosos regalos que llegan sin tener que pedirlos, influyen hasta para comprar juguetes, químicos, materiales de construcción. Estamos acostumbrados a que cada quien busque lo suyo, a cualquier precio.
Mi país está enfermo sicológica y socialmente a tal grado que llega a la desesperación de aplaudir el discurso esperanzador del Presidente ante la Asamblea Nacional y, pocos minutos después, la esperanza se desvanece al oír los nombramientos del mismo equipo. Es difícil echar vino nuevo en odres viejas. Los cambios que el Presidente quiere producir, deben comenzar con un cambio de mentalidad de los viejos funcionarios hacia un desarrollo verdadero. Quienes solo esperan su pensión estatal, con menos de doce años de trabajo público muy poco le pueden aportar a los planes de bienestar común.
En mi país se siente una pasividad social que ya no le importa ni se asombra con nada de lo que hagan o digan los funcionarios. Es más de lo mismo. Estrenamos un nuevo Presidente a quien se le ve el deseo de emprender con moral y ética un nuevo camino, pero está atado de pies y mano a una estructura que tiene el poder económico y político detrás de la cortina.
El cambio de mentalidad en los adultos ya es difícil. En nuestra media Isla hay una camada de jóvenes que se ha preparado con una alta inversión económica que espera una oportunidad para insertarse en los puestos de trabajo. Otros salieron del país a buscar el saber, con la fe y la creencia de que regresarían a su lar nativo a poner su aprendizaje, conocimientos, nuevo idioma, maestría, doctorados y PHD al servicio de su nación, encontrándose con la dura realidad de que no son tomados en cuenta por la esfera pública ni privada si no tienen una cuña en el poder.
Una educación superior privada costosísima en un país pobre. Una educación superior pública vinculada a los intereses políticos de turno. Un país donde los niños para comer deben sortear un desayuno escolar, donde la industria está paralizada, el emprendimiento está vedado, los artistas no tienen escuela, la cultura es para élite, los espirituales se institucionalizaron, es un país muy enfermo.
Hay que sanar el país ante la violencia que no para, la seguridad pública en las mismas manos sin vencer el mal. ¡Mi país hay que sanarlo, Señor, apiádate de nuestro destino! ¡Señor Presidente, el país completo está en alerta roja! ¡Manos a la obra, vamos a sanarlo!
YC