Por: Yanio Concepción
Todos los días se habla y se reclama que se procese a los implicados en actos de corrupción, a los violadores del orden público, a quienes no respetan las leyes de tránsito, a los que no cumplen ningún tipo de regla de convivencia pacífica. Las leyes deben aplicarse a todos los que las violan, sin excepción.
La Cámara de Cuentas de República Dominicana y el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) organizaron la conferencia titulada ¨Las tendencias y políticas de transparencia y control externo en América Latina¨. El señor Miguel Peñailillo del PNUDdenunció que “En República Dominicana hay fragilidad en el cumplimiento de la ley, hay una debilidad grande. Parece que al dominicano no le gusta adherirse a las normas”.
Todas las autoridades y el pueblo general saben que si no se aplican la leyes no se podrán resolver los grandes males que afectan nuestra nación. Sin un régimen de consecuencias que penalice a todos los que violan las normas, las costumbres y las leyes, viviremos en un Macondo moderno.
Mucho hablar y poco accionar nos mantiene paralizados. Encubrir y proteger a los transgresores al no castigarlos ni someterlos a las consecuencias de sus actos envía un mensaje de desorden al pueblo. Los ciudadanos deben respetarse unos a otros, asumir las normas de buena conducta y obedecer las leyes. Eso es posible siempre que se aplique la justicia con igualdad para todos, sin distinción ni omisión. El 911 es una iniciativa democrática ejemplar al servicio de todos por igual.
Los dominicanos queremos hacernos los locos cuando se trata de aplicar la ley. La corrupción es un mal endémico que nos afecta a todos, en especial, cuando no se aplica la ley a los violadores del orden, la ética y la moral que debe regir el país. Sin consecuencias a las violaciones de la ley, no hay orden posible.