Por: Yanio Concepción
El país se encamina a enfrentar la crisis económica, social, política, educativa y energética; las mas acuciantes de su historia con una próxima reforma fiscal, ajuste de cobro de la energía eléctrica, plan de educación, definición de sus indicadores, reforma policial, transparencia en el manejo de los recursos públicos, más la reforma inminente de leyes obsoletas para adecuarlas a la Constitución y a los nuevos tiempos.
La corrupción de nuestros funcionarios públicos, tanto la escandalosa que llena titulares como la silenciosa que emigra sin pasar por aduana, se ha hecho “normal” en el país, sin que se aplique ninguna medida ejemplarizadora como manda la ética, la moral pública y privada. En una sociedad que se presume democrática está por verse que los actores judiciales asuman esta responsabilidad de ejecutar los expedientes que esconden en los más profundos baúles de los recuerdos y la impunidad.
Como este país no alcanza la mayoría de edad porque no pasa de los cuatro años del gobierno de turno, sus funcionarios aprovechan su nombramiento para autojubilarse con pensiones exorbitantes que y no pasa nada. Empleados de la administración pública, después de servir al Estado por décadas, tienen que luchar para lograr su escasa pensión legítima, sin embargo, algunos funcionarios, todavía ocupando un puesto público que tiene que ver con el manejo económico nacional , con la supervisión bancaria y el control de la contabilidad pública, se adjudican una pensión onerosa y nada pasa. Todo esto parece una paradoja, después de un discurso presidencial de transparencia, reducción de gastos y austeridad.
Los riesgos y los retos en la reforma fiscal y el presupuesto nacional con un alto déficit fiscal y presupuestario acumulado ponen en una disyuntiva el destino del país. El endeudamiento nacional, el clima económico incierto, la crisis financiera más severa de la historia del mundo, los indicadores más bajos en educación, servicios públicos y transparencia estatal dejan la marca-país en entredicho en el panorama mundial.
El encubrimiento de los funcionarios públicos envueltos en corrupción, las autopensiones, y autoliquidaciones escandalosas, sin que se proceda a la aplicación de las leyes ponen en evidencia un país sin determinación ni visión para construir destino próspero y sostenible. La avaricia de un grupo enquistado en la vida política ha envenenado la esperanza del pueblo.
Funcionarios ratificados en sus funciones sin haberse ganado por méritos propios el nombramiento, ni ser creíbles en su manejo pulcro y honesto, fueron designados por el mismo Presidente de la República en su discurso ante la Asamblea Nacional, órgano más solemne del país. ¡Que se vayan ya al banquillo de los acusados quienes han diezmado los recursos públicos! ¡Señor Procurador General de la República, haga historia y siga adelante con su determinación de reclamar justicia para quienes actuaron contra los intereses de la nación!