Radio Santa María
Editorial miércoles 11 de julio 2012
Por: Yanio C. Concepción
Cada vez son más frecuentes y patéticos los casos de delincuencia que nos arropan ante la indiferencia del Estado. Todos saben dónde surgen estas manifestaciones encubiertas, a menudo, por los responsables de enfrentarlas con energía.
Sin castigo a las autoridades complacientes no se combatirá la delincuencia. Sin explicación pública de la gran riqueza que acumulan los funcionarios a escasos meses de gestión, el Gobierno encubre la corrupción y auspicia la delincuencia.
Asaltos, atracos y robos, como la corrupción, nacen de un vientre preñado de ambición. La corrupción y la delincuencia, impunes, tienen en zozobra el barrio y la familia.
La población quiere trabajo, educación, cultura y paz. Es responsabilidad del gobierno propiciar la seguridad ciudadana combatiendo la delincuencia con menos corrupción, con más y mejor justicia y, sobre todo, combatiendo la vagancia y los vicios con programas de prevención y rehabilitación.
Si los delincuentes hacen contacto y se trasladan con facilidad, creando redes delincuenciales con el aval de los organismos del Estado, ¿a dónde llegaremos? ¿Qué más tendrán que sufrir la familia, los ciudadanos y la empresa para que el Estado se decida a combatir la delincuencia callejera que camina impune ante la justicia? ¿Cuánto soportaremos el deterioro de la imagen de un país alegre que se convierte en violento y agresivo? Sin autoridad responsable no hay país que avance. Dejar hacer, sin control, sin sanción, por las autoridades es arriesgar la marca-país.
La Policía Nacional y las fiscalías no cuentan con personal adiestrado para realizar las labores de prevención y persecución de los delincuentes. Sus miembros no reciben la remuneración adecuada ni la capacitación ni los recursos necesarios para ser mínimamente eficientes en su tarea.
La delincuencia nos azota a cualquier hora del día, sin piedad. Asaltos, atracos y robos causan en los ciudadanos un efecto sicológico desmoralizador y desesperanzador. Algo hay que hacer -y pronto- ante la indolencia de autoridades que no quieren ver las raíces, causas y consecuencias de la delincuencia y de su ineficiencia.
YC