Autora: Merichel Sosa González
Había una vez un pueblo llamado Bolsillo Grande en el cual vivían personas que tenían muchísimo dinero y se lo gastaban en cosas innecesarias, para presumir ante los demás pueblos todo lo que estos poseían; así compraban comida más de la que se iban a consumir, también adquirían ropas más de la que iban a usar y juguetes en mayor cantidad de los que iban a utilizar. Todo esto lo presumían y publicaban en el periódico, para que los pueblos aledaños observaran sus riquezas.
Los moradores del pueblo de Bolsillo Grande estaban empeñados en la construcción y expansión del pueblo, para lo cual priorizaban los materiales y las industrias antes que los árboles o la naturaleza misma, no les importaba la contaminación ambiental en lo más mínimo, y esto se pudo observar en las toneladas de basura que ríos y cañadas acumulaban, con los juguetes y las ropas casi nuevas que los mismos lanzaban al bote de basura, aceras y contenes.
A unos cuantos kilómetros se encontraba el pueblo Bolsillo Pequeño, sus habitantes tenían muchísimo dinero también, pero estos vivían de una manera más modesta, austera y humilde. Sus pobladores ahorraban una parte de sus magros ingresos, en prevención por si le venían tiempos adversos, difíciles o de escasez. De manera que preferían gastar el dinero en cosas totalmente necesarias. Compraban comida solo la que se iban a consumir, para no desperdiciar nada de alimentos, pensando en los miles de niños que mueren a causa del hambre, compraban solo la ropa que iban a usar y el tiempo de recreación era empleado sembrando árboles y frutales, para luego recolectar los frutos que ellos mismos se consumirían.
Algunos moradores del pueblo Bolsillo Pequeño sembraban a gran escala, para vender parte de los alimentos a los pueblos vecinos; mientras que otros se dedicaban a la enseñanza de los más chicos, para fortalecer sus tradiciones, enseñándoles de una manera divertida la importancia de los árboles y lo interesante que es ahorrar y ayudar al prójimo.
Al pasar los años…
Los tiempos de precariedades y de escasez llegaron, y al pasar los días los habitantes de Bolsillo Grande empezaron a ver la de dinero, la falta de comida y de todo lo que ellos tenían. Sin embargo, los habitantes de Bolsillo Pequeño seguían como siempre. La alcaldesa de Bolsillo Grande al ver que los del pueblo vecino estaban bien y sin carecer de nada envió a un detective, para que este le informara qué estaba sucediendo en aquel pueblo.
El detective haciéndose pasar por un extranjero que busca aprender acerca de las tradiciones culturales del lugar fue a Bolsillo Pequeño a investigar, dicho pueblo lo recibió con los brazos abiertos, porque entendieron que entre más personas alrededor del mundo ayudaran a sembrar árboles para purificar el oxígeno del planeta Tierra, el mundo estará mejor para todos, la capa de ozono se preservará, los suelos serán más fértiles, los ríos y cañadas estarán limpios y con mayor caudal de agua, entre otras cosas positivas más. Así que le contaron todo lo que él quería saber, además le regalaron algo increíble – una alcancía último modelo plus-.
Al cabo de dos semanas el detective volvió a Bolsillo Grande con la alcancía último modelo plus y las instrucciones de cómo usarla y de cómo construir una. La alcaldesa con gran interés leyó atentamente las instrucciones de uso. Decía lo siguiente:
Primero: Colocar la alcancía último modelo plus en un lugar cómodo, preferiblemente en la habitación.
Segundo: Introducir todos los días monedas o billetes en esta.
Tercero: No abrir nunca la alcancía, a no ser que sea una emergencia.
Cuarto: Cuando no quepa más dinero debe de guárdala en un lugar seguro y construye otra.
Quinto: Cuando tengas muchas alcancías de ahorros llenas, llévala a una cooperativa y crea una cuenta de ahorros, para que tu dinero este más seguro.
¡Wau increíble! – Decían los moradores de Bolsillo Grande ‘‘…esta máquina nos hará multimillonarios’’.
Todos los habitantes de Bolsillo Grande fabricaron su propia alcancía para ahorrar; al principio les tomó mucho esfuerzo, paciencia y dedicación ir introduciendo monedas y billetes, ya que estaban desesperados porque esta se llenará, pero cuando vinieron los tiempos mejores todo fue más fácil.
Unos meses después, los moradores de Bolsillo Grande tuvieron que abrir sus alcancías de ahorro, porque los tiempos difíciles llegaron otra vez y las cosas empezaron a ir mal de nuevo. Al abrir las alcancías se dieron cuenta que tenían muchísimo dinero ahorrado.
-¡Esto es obra de Dios, que maravilla! Dijeron los habitantes del pueblo.
Desde entonces a los moradores de Bolsillo Grande nunca les faltó nada cuando las cosas estaban mal, se acostumbraron a no solo ahorrar el dinero sino todo lo que tenían a su alrededor, como el agua, la electricidad, la comida, la ropa, en fin todo.
Empezaron a sembrar árboles y se percataron de lo maravilloso que es tener oxígeno puro, de lo bueno de la purificación del aire y de lo satisfactorio que es poder cosechar algo que uno mismo ha sembrado.
Los habitantes de Bolsillo Grande al igual que los moradores de Bolsillo Pequeño usaban sus ingeniosas alcancías para el ahorro, para guardar parte de lo que ganaban, por si algún día les hacía falta. Para su comodidad el 7 de noviembre de 1982 fue fundada la Cooperativa Vega Real y desde ese entonces los beneficios que esta institución promueve a los jóvenes y adultos ha revolucionado la vida de estas personas, ofreciéndoles membrecía, cuentas de ahorro, préstamos, certificados, servicios sociales.
Los tiempos difíciles siempre han sucedido de manera cíclica a lo largo de la historia de la humanidad, solo nosotros sabemos cómo debemos afrontarlos cada vez que estos aparecen.
¡Ahorra y recuerda siempre que la Cooperativa Vega Real cree en ti!
Autora: Merichel Sosa González
Líder Juvenil Cooperativa Vega, Sánchez Ramírez (Cotui)