Editorial miércoles 4 julio 2012
Radio Santa María
Por: Yanio Concepción
El ser humano debe ser un actor e inspirador de valores, independientemente de la crisis que vive el país. El gobierno debería guiar a niños y jóvenes, familia y sociedad por el camino del respeto como un valor de la virtud cívica social innegociable en los ciudadanos. Respetar a Dios, a los padres, las leyes, la naturaleza y los recursos públicos, así como respetar la vida, el derecho ajeno y la libertad de tránsito se condensa en una virtud social de aprecio al ser humano y a la naturaleza.
La virtud cívica social comprende un conjunto de valores como el respeto, la prudencia, la solidaridad, la tolerancia y la responsabilidad, donde prevalezca la educación, la democracia y la ciudadanía responsable.
La sociedad que no respete el Padre Nuestro y su himno nacional no entenderá el significado de la identidad que forjaron los padres fundadores de nuestra patria. Las autoridades que desempeñan funciones públicas como si fueran dueños del patrimonio nacional para usarlo a su conveniencia, sin recibir el castigo que demandan sus inconductas, deberían asumir el valor del respeto como virtud cívica social.
La persona debe jugar su papel en la práctica diaria del buen vivir con valores sanos. El ser humano nace para el bien, pero algunos se convierten, con los años, en seres extraños al propósito de procurar el bien propio y el ajeno. A veces, atraídos por alcanzar metas sociales o económicas, caen en vicios que desangran la familia y la sociedad por falta de práctica de valores.
Vivir en valores es uno de los mayores retos y compromisos de los gobernantes para reducir la delincuencia y el mal comportamiento ciudadano. Los valores son virtudes individuales que se forjan en la familia y se definen y expresan en la sociedad. Nos permiten llevar una vida en armonía con los demás y con nosotros.
La Biblia nos manda practicar la virtud y el bien como formas de poner en obras la fe que agrada a Dios y el amor que es el vínculo perfecto que debe unir a todas las personas de buena voluntad. Ejercitemos el respeto como la suprema virtud cívica social, si queremos una sociedad digna.
YC