Por: Yanio Concepcion
Algo inimaginable ha ocurrido en el mundo. Sin darnos cuenta estamos frente a un adversario invisible e increíblemente astuto que avanza raudamente por los países, impactando la vida de todos: el ¨Covid-19¨. Aún se desconoce cómo y de dónde surgió, la forma presurosa de su propagación, la agresividad para atacar al cuerpo humano, el manera enigmática de contagio comunitario, la dificultad que ha sido dar con una vacuna que ayude a generar inmunidad a nuestro organismo, en fin hay tantas preguntas de las que aún no tenemos respuestas.
Ningún estado ni país, estaba preparado para este cambio tan radical, ni siquiera la Organización Mundial de la Salud (OMS), y nuestra movilidad social, se ha visto muy afectada. El mundo está en una cuarentena que obliga a las familias a resguardarse herméticamente en sus hogares, el transporte se ha visto paralizado, hay mayores requerimientos de protocolos de limpiezas en hogares e instituciones, y la promoción de una distancia social como una medida preventiva de contrarrestar el contagio del virus.
La mayoría de la población todavía no está consciente del impacto y consecuencia del Covid-19, y donde nos llevará como sociedad. Los recursos de los gobiernos son escasos para abastecernos y proveernos de un sistema de salud sanitaria y pública, de brindar facilidad de pruebas a los sectores más vulnerables, de proporcionar medicinas y vacunas que son controladas por grandes corporaciones del sector privado por encima del Estado. En definitiva, los privilegiados económicamente, avanzarán más rápido ante el Covid-19, para protegerse junto a su familia de esta pandemia y otras por venir, y fortalecerán sus riquezas con industrias de alimentos, empresas farmacéuticas, y armas tecnológicas de todo tipo.
El mundo cambió con el Covid-19. Cambió el comportamiento cara a cara, los buenos sentimientos de amarnos sin distancia, sin discriminación, la vida se ha convertido en una incertidumbre permanente, donde los psicólogos, psiquiatras, sociólogos, antropólogos y servidores de las salud médicas y espiritual, tienen su diferencia dialéctica del nuevo modelo de conductas y convivencias de la felicidad social.
El Covid-19, en el 20-20 nos cambió a todos, la familia y su educación, trabajos automatizados, negocios menos cercarnos a las personas, iglesias sin feligreses, hogares convertidos en iglesias, las plegarias de perdón hecha por uno y para todos, profesionales de la salud impotentes, y la desesperación aumentada de los pobres que nunca ha tenido nada y que se pone aún más difícil su subsistencia.
El 20-20 inició una década de grandes cambios, y este fenómeno que estamos enfrentando nos motiva a reinventar y crear nuevas maneras de hacer las cosas, para no perder de vistas las metas personales e institucionales que nos trazamos a inicio de año. Cada sistema de gobierno e instituciones buscarán la forma de controlar y manejar a su población, censando y controlando el entorno de residencias, donde se canalizarán las ayudas según los necesitados, teniendo un registro permanente de la movilidad social de las personas en cualquier escenario, y bajo el control de los organismos militares, que tendrán una nueva función social pública de más cercanía con las personas.
Los estados, instituciones, y empresas impondrán cada día más medidas de distanciamiento social extremas, para frenar los contagios y cuantificar los recuperados a distancia de su población, porque reducir el contacto en las comunidades será su principal objetivo.
Con mucha fe y esperanza resistiremos y venceremos. El Covid-19 nunca nos ganará la batalla de ser mejores personas y de volver a nuestra convivencia, donde el cooperativismo seguirá siendo la solución para la subsistencia de una economía social y solidaria incluyente.
Resistiremos y Venceremos ¡Juntos lo lograremos!