Las cooperativas de ahorros y préstamos, que a la fecha han jugado un papel clave para el desarrollo de la familia y en la vida de comunidades y empresas, no operan con la rigidez de la banca comercial, pero tampoco como chivos sin ley. Están controladas por leyes y normas en torno a las cuales se organizan y funcionan.
Muchos deben sus casas, la educación de sus hijos, medios de subsistencia y hasta la vida a esas entidades sin fines de lucro, que se amparan en valores como ayuda mutua, responsabilidad, equidad, solidaridad, igualdad y otros. Algunas, por la importante labor económica y social, se han convertido en emblemas para comunidades.
Pero resulta que dirigentes que han dedicado su existencia al desarrollo del movimiento cooperativo están atemorizados por las renovadas presiones de organismos internacionales como el Banco Mundial para que las operaciones de esas entidades sean reguladas por el Código Monetario y Financiero, al menos en cuanto a la política de préstamos.
Al dar la voz de alerta el presidente del Consejo Nacional de Cooperativas (Conacoop), Julio Fulcar, advirtió que en los términos en que se ha planteado, la regulación podría marcar el principio del fin para entidades de por sí reglamentadas. La intención es que operen como bancos comerciales cuando esa no es su finalidad.
Las cooperativas, que también administran supermercados y otros negocios, son precisamente una opción frente a la banca comercial y la usura en beneficio de sus asociados. Una cosa sería que las unidades funcionaran a la brigandina, pero la realidad es que están sujetas a la ley 31/63, que crea el Instituto Dominicano de Desarrollo y Crédito Cooperativo (Idecoop).
Pero tampoco hay que cerrarse. Si la intención de los organismos internacionales, aunque no sea lo que parece, no es hacer desaparecer el cooperativismo, sino garantizar aún más los depósitos de los socios y ampliar sus operaciones, las recomendaciones se pueden discutir. Lo inaceptable sería un torniquete para que tengan que regirse bajo las normas de la banca.
Con la cada vez mayor incidencia que tienen los organismos internacionales en estos países había que dar la voz de alerta para rechazar cualquier imposición que pueda atentar contra la organización y desarrollo de un movimiento que, en honor a la verdad, ha jugado en valioso papel en beneficio de la población. El presidente de Conacoop citó el ejemplo de La Candelaria, en Sabana Grande de Boyá.
Lejos de un problema las cooperativas han sido una solución.