La festividad de la carnestolendas en La Vega Vieja según cuenta el clérigo Álvaro Castro, quien ocupo el puesto de Deán de la Catedral de La Vega “que se le veía muchas veces cabalgando y aun ir a correr con los otros caballeros, a tomar los unos apellidos de moros, y a los otros de cristianos, y escaramuzar en parte con otros caballeros, y andar tan regocijados como si fuera seglar” este tipo de celebración carnavalesca era la tradición en la Andalucía de España. Que en tiempo de la colonia se hacía representar entre “el bien” y “el mal” y que tenía como fundamento las luchas de domino de los Árabes en España.
Cuando se anunciaba la llegada del carnaval en la antigua ciudad de La Vega, había mascaras de todos los géneros de caretas y disfraces que salían a caballo formando cabalgatas, recorriendo las calles céntricas de la ciudad.
El carnaval dominicano varía gracias a una bula del papa León XIII, del siglo XIX. Con motivo de las fiestas patrias se permitió la celebración de las fiestas carnavalescas durante la cuaresma. Esto se convirtió en una tradición en febrero coincidiendo con la celebración de las fiestas patrias y la cuaresma. Somos el único país del mundo que celebra el carnaval culminando con la celebración de la festividad de la Independencia de la República. Martha Miniño, en El Caribe del 15 de febrero de 1989 (Pág. 14) afirma que: “Somos el único país del mundo que así lo hace”.
El carnaval dominicano sufrió cambios que aún persisten a partir de la independencia de la República en febrero de 1844. (Luis Alejandro Peguero Guzmán, investigador del Museo del Hombre Dominicano, 6 de febrero, 1989).
El carnaval dominicano coincide con las fiestas patrias porque la conmemoración de la independencia coincidía con las carnestolendas haciéndose un traspaso o fusión paulatinos.
Cada domingo de febrero estamos de carnaval culminando con la fiesta de la Independencia Nacional, fecha de alegría y dolor, de muerte y esperanza, pero más que toda fiesta de regocijo nacional, en donde Dios, la Patria y la libertad, se conjugan. En estas fiestas la gente se acompaña de un regocijo extremo de música y cantos.
Las raíces de las viejas carnestolendas europeas, trasplantadas a nuestras fértiles tierras, encarnan la más alta expresión cultural. A pesar de la oposición de la iglesia en el siglo XI, este se institucionaliza, según el concilio de Benevento, que fija el miércoles de ceniza, como fecha límite de su celebración, ya que para esta época el carnaval estaba presente en toda Europa y sobre todo en Italia, que se caracterizó por los enmascarados que salían a las calles, con la consecuente aparición de reinados y desfile de carrozas.
Con la llegada de los europeos a la isla Hispaniola con su cultura medieval, se inician las celebraciones religiosas y las festividades son recreadas como en la Madre Patria. Refiere el Dr. Manuel Mañón Arredondo, en su libro Crónica de la Ciudad Primada, “que se tienen noticias documentales de los festejos de carnavales desde el año 1520, y que cuando se anunciaba la llegada del carnaval, había máscaras de todos los géneros de caretas y disfraces, y que la gente salía a caballo formando cabalgatas recorriendo las calles céntricas de la ciudad”.
El carnaval es una mezcla de tradiciones cristianas y paganas que tuvo sus inicios en el viejo mundo. Incorporó elementos aborígenes al llegar a América. Cada Carnaval en el Nuevo Mundo tiene su forma y estilo característico, siendo una expresión viva del pueblo y su cultura.
Según apunta el historiador Dr. Jovino Espínola, que con motivo de la guerra de liberación de Cuba, emigraron de esa isla varias familias y llegaron a La Vega a fines del siglo XIX, quienes hicieron un gran aporte al Carnaval Vegano, cuando un domingo de febrero del año 1897, un grupo de inmigrantes encontrándose ya bien entrenados, escenificaron su espectáculo callejero de inspiración africana. El mencionado Juan Fico era la figura central con una enorme culebra enroscada a su cuerpo, seguido de su acompañamiento, donde se destacaba el brujo Papá Sembe, iban embarrados de tinte negro y portaban lanzas.
El carnaval vegano toma fuerza a partir del 1906, cuando un grupo de jóvenes se organizan en un Club Juventud, se disfrazan 40 Diablos Cojuelos. Salen a recorrer las calles exhibiendo las temibles máscaras que reflejan la tradición mágico-religiosa de que el Diablo anda suelto en las calles, antes del Miércoles de Cenizas.
La interacción que se vive en el carnaval vegano se remonta a más de cinco siglos. Proviene de un juego traído por los españoles durante la colonización.
Durante el Gobierno de Pedro Santana en 1848, una disposición unió el carnaval con la fecha patria, con el objetivo de ampliar la base popular del evento patrio y de su propio gobierno. El carnaval de las carnestolendas europeas se convirtió en una manifestación patriótica, que luego seria conocida como el carnaval de la independencia y que La Vega hizo suyo, culminando la celebración del carnaval el 27 de febrero de cada año.
La atracción principal del Carnaval Vegano es el Diablo Cojuelo, que desfila por las diferentes calles de la ciudad, hasta llegar al centro de celebración, ubicado en los parques centrales, en horas de la tarde, todos los domingos de febrero, para culminar el 27 de febrero con la fiesta del Día de la Independencia.