Pensamiento Crítico y Cambio de Liderazgo

Pensamiento Crítico y Cambio de Liderazgo

Por: Yanio C. Concepción
Editorial Radio Santa María
9 de enero, 2013

Los acuerdos aprobados tras bastidores, los ministerios creados sin un plan previo, los presupuestos diseñados sin una verdadera justicia social, se han hecho práctica cotidiana en la vida pública dominicana. Los escándalos que en los últimos años han envuelto a las figuras de importantes líderes políticos encubriendo su participación y complicidad con el narcotráfico se han hecho “normales” en los titulares de la prensa nacional, sin mayores consecuencias.

Administrar con transparencia y ética públicas es un artículo de lujo, muy escaso, en el liderazgo político dominicano. El lavado de dinero es una práctica que ha sostenido la estabilidad y el crecimiento de importantes empresas locales sin que los organismos fiscalizadores penalicen este delito como manda nuestra Constitución.

Los seguidores también son corresponsables del desempeño de sus líderes. Seguidores sin valores, visión ni compromiso social aúpan a  líderes corruptos, ambiciosos e inmorales. Si el pueblo es honrado, induce a sus líderes a ser honrados. Si los líderes son corruptos, inducen al pueblo a ser inmoral. La vinculación del líder con el pueblo y viceversa es de mutua influencia, para bien o para mal de todos.

El destape de los protagonistas de actos de corrupción se ha convertido en escenas novelescas de una historia sin final y sin sorpresas. El debate público sobre la “osadía” de los líderes de los partidos políticos nacionales y “el altruismo” de nuestros ex presidentes es una farsa que ya no atrae ni distrae. La corrupción y la complicidad en el lavado del narcotráfico nos dejan huérfanos para el combate real de la delincuencia.

Los líderes éticos, con valores, comprometidos con el bien común y la justicia social como lo fue el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, un verdadero ejemplo de honradez, pulcritud, sacrificio y abnegación por su país, pasaron de moda.

Es hora de levantar vuelo, de elevar anclas para emprender un nuevo rumbo. Le corresponde al pueblo tomar el timón y actuar con pensamiento crítico, evaluar y escoger mejor a los líderes del futuro, que sean capaces de rendir cuentas, de ser honestos, transparentes, visionarios y comprometidos con el bien común donde prevalezca primero la gente.

La celebración del Bicentenario del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte nos da la oportunidad de reinventarnos con un nuevo liderazgo que piense, sienta y viva con principios y valores éticos y morales que sirvan de ejemplo e inspiración a la Nación.

¡Ya nos más complicidad para mantener un liderazgo cuestionado por falta de moral y transparencia en el manejo de la cosa pública! Duarte es el modelo a seguir. Si el Estado quiere dignificarse, tiene una fuente de donde nutrirse y aprender en el ideario duartiano. No solo celebremos los 200 años del Patricio, sino y sobre todo, bebamos de la fuente inspiradora de sus ideales, aprendamos de su modo de vivir, más que de su modo de morir, y que al final este año, la gran festividad de su bicentenario sea una Patria sana, sabia y santa.