Por: Yanio Concepción
El alto índice de desempleo, la pobreza y el bajo nivel educativo de un pueblo enfermo de presión, ansiedad, depresión y drogadicción dificulta el diseño y ejecución de cualquier plan de seguridad nacional, aun más cuando los actores responsables de crearlo y aplicarlo tienen posiciones, intereses y valores encontrados. Hace falta una aplicación austera y ética de un sistema de Estado que se respete, respete y haga respetar las leyes para caminar por una democracia real.
La poca credibilidad y confianza de los actores políticos, la acumulación de un déficit fiscal transferido impunemente al 2014, el alto precio del ITBIS que tiene que pagar el pueblo pobre para subsidiar los platos rotos de las elecciones, la distribución de 20 mil millones del encaje legal colocados selectivamente para beneficiar a los clientes privilegiados de la banca tradicional, no fortalecen la seguridad pública ni la privada.
Mandos militares que no pueden transparentar sus riquezas, una Fuerza Armada y una Policía Nacional presas de la corrupción imperante, actores políticos, económicos, judiciales y militares que están como sanguijuelas pegados a un Estado benefactor por más de 169 años de vida republicana son solo una parte de los desafíos que tiene que resolver el país antes de instaurar un plan de seguridad nacional.
El Presidente conoce muy bien las bandas de delincuentes de cuello blanco que integran los partidos políticos y la élite económica y social enquistada por turno en el Estado. Cada cuatro años, en esta selva, se cambia de cacique pero se mantiene el status quo archivando los expedientes, sin ni siquiera abrir una investigación, o peor aun aliándose para que siga reinando la impunidad.
A décadas de la muerte de Trujillo y Balaguer, en el Estado y en las mentes de dominicanos retrógrados todavía se mantienen vivos estos fantasmas del lado oscuro de la historia nacional. Estos personajes establecieron la inseguridad a un pueblo que ha heredado la miseria y la opresión de una democracia irreal buscando su seguridad.
Con la campaña de la Seguridad Nacional establecida por el ciudadano presidente Danilo Medina se enfrentará a los ciudadanos que cohabitan en los barrios donde más se concentran las grandes desigualdades sociales, económicas, educativas, sin tocar a quienes son los verdaderos culpables de la inseguridad nacional. Ellos son los dueños de los grandes terrenos en los campos, de edificaciones majestuosas en la ciudad, son quienes mueven el dinero en el sector financiero sin ser delatados porque mueven la economía nacional con grandes lavados. El plan de seguridad nacional es una buena iniciativa para enfrentar la delincuencia que se anida en los barrios y campos carenciados de los servicios públicos más esenciales y de trabajo digno en una economía enferma por el lucro sin importar la forma.
La inseguridad de la seguridad nacional debería ser un plan de todos los sectores dominicanos que aspiramos a una mejor sociedad donde prevalezca la ética, la disciplina, el respeto a los derechos humanos, la protección del medio ambiente, el libre tránsito con respeto a la dignidad humana, donde se propicie la prosperidad real con equidad. Los altos impuestos que pagamos son suficientes para asegurar la seguridad nacional para un desarrollo sostenible, dejando atrás la farsa de encubrir a los corruptos que se llevan los sueños de los niños dominicanos y atentan contra la seguridad nacional.
Muy bien por el Presidente dar la cara en los campos cada domingo donde sí hay sinceridad. Es una muestra irrefutable de seguridad ciudadana sin aparataje público.