Por: Yanio Concepción
Cada cuatro años un grupo enquistado en el poder, decide que su única solución de continuismo en el gobierno, incluyendo una oposición débil y dividida, es asumir la reelección del Presidente de la República como bandera de conveniencia y popularidad.
No aprendemos de la historia de la Independencia y la Restauración. Continuamos por el camino fácil de la reelección, la corrupción, el clientelismo y la falta de valores. Errores que ocultan que la reelección es solo la lucha del poder por el poder mismo.
A dos años de culminar el período presidencial, se activan los grupos de interés, sin decir de dónde salen los recursos. Activan una campaña publicitaria que debe ser parada por el mismo Presidente, llamando a trabajar en su programa de gobierno. Pero hay quienes incitan a cambiar la Constitución entrada en vigencia en enero 2010.
Los aprestos reeleccionistas están en discordancia con lo predicado por el Presidente de la República al decir: “Yo terminaré mi periodo como lo manda la Constitución”.
Pero, ya no se hace referencia a la Constitución de 2010, artículo 124, que prohíbe la reelección presidencial consecutiva. Quienes la promueven saben que el Presidente ha sido claro en que no quiere optar por un nuevo mandato. Más, qué rápido se olvidan las palabras del mandatario para, a ritmo de merengue, promover la reelección, sin una opinión favorable del Presidente al respecto.
Aunque el mandatario cuente con alta popularidad, no es suficiente. El pulso reeleccionista divide la corriente interna de un partido de gobierno con poder para manejar a su antojo el destino nacional, dada nuestra debilidad democrática e institucional. ¿O se trata de una estrategia política?
Con una oposición tan débil como la existente, toda esto pasa como moneda de buena ley, estando a las puertas de elecciones unificadas, en que se elegirá presidente, congresistas y autoridades municipales.
Ya afloran las contradicciones internas y externas con aprestos prematuros de campaña electoral y con el tema de la reelección, que ha sido un verdadero castigo para el país por el nivel alto de corrupción que se acumula al luchar para seguir en el poder, cueste lo que cueste.