Por: Yanio Concepción
En República Dominicana medir el impacto de la huella ecológica es una odisea, que lleva a tomar conciencia del tamaño de la huella y cómo reducir el impacto social y ambiental con la disminución del CO2. La Huella Ecológica, se puede definir como: “un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos”.
El Objetivo Desarrollo Sostenible, ODS No.12 planteado por las Naciones Unidas y asumido como un compromiso internacional por 193 países, establece que “En 2030 las naciones deben lograr una gestión sostenible y un uso eficiente de los recursos naturales”, además de describir una serie de metas alineadas a este objetivo, que obligarían a los países a identificar acciones para mejorar el manejo de los ecosistemas e impacta en la calidad de vida para las personas.
Actualmente en el país tenemos un déficit ecológico, lo cual ocurre cuando la huella ecológica de una población excede la biocapacidad del área disponible para dicha población. Un déficit ecológico nacional significa que la Nación está importando biocapacidad, a través del comercio, liquidando activos ecológicos nacionales o emitiendo desechos de dióxido de carbono a la atmosfera. Por otro lado, existe una reserva ecológica cuando la biocapacidad de una región excede la huella ecológica de su población (NFO).
Vega Real lleva más de cinco (5) años consecutivos midiendo mensualmente el tamaño de su huella ecológica institucional, con lo cual hace un significativo aporte a la sociedad y al país. El tamaño de la huella ecológica de la Cooperativa Vega Real en hectáreas globales per cápita de los 108 mil asociados, medida hasta el 31/12/2018, es igual 0.850510365, mientras que la huella ecológica total de la República Dominicana es aproximadamente de 16,000,000 de hectáreas globales, según Footprintnetwork Organization, institución de carácter universal pionera en el estudio de la huella ecológica.
Considerando los resultados de la medición de la huella ecológica del año 2017, la Cooperativa Vega Real presenta una reducción, al pasar de 0.850511647 a 0.850510365 en el año 2018, lo que significa una disminución de 0.000001282 o porcentualmente 0.000150732%. Esto es gracias al buen manejo en el consumo de energía eléctrica, combustibles, agua y papel.
La Cooperativa por más de 20 años ha ejecutado jornadas de siembra de árboles de especies endémicas y nativas en lugares críticos próximos a donde operan sus Distritos Cooperativos y Sucursales. Ha fomentado la creación de pequeños bosques en áreas verdes, Ecoparques en Casa Club y Urbanización Vega Real, al igual que el Bosque de Vida Prof. Juan Bosch, así como proyectos que desde hace varios años son modelos de secuestro de carbono y mitigación del cambio climático.
De igual manera, patrocinó el Parque Ecológico Municipal de las Garzas, en la margen del rio Camú, y desde el año octubre del 2011 ha estado imbuida en la defensa del Parque Nacional Loma Miranda, mediante el ejercicio de la educación ecológica, concienciación ambiental, debates técnico científico al más alto nivel académico y generación de documentación histórica para la República Dominicana. En lo inmediato, la Cooperativa tiene en carpeta diseñar y desarrollar tres (4) ecoparques municipales en La Vega y un bosque de vida en áreas críticas de la cuenca alta del rio Camú.
En Vega Real tomar conciencia del impacto y mitigación ambiental es un compromiso ante la crisis de cambio climático, y es una manera de amortiguar la vulnerabilidad y variación ambiental. Algunas iniciativas que ha realizado la Cooperativa para promover una mayor responsabilidad ambiental son la implementación de un sistema automático para controlar el uso de aires acondicionados y equipos eléctricos; sistema de generación de energía fotovoltaica a partir de la energía solar, y lo más importante mantiene un programa de educación ambiental y ecológica dirigido a sus partes interesadas.
En el caso específico de Loma Miranda y la Cordillera Central constituyen espacios receptores de CO2, que favorecen la mitigación del impacto del cambio climático en el país. En general, algunos estudios afirman que los bosques pueden fijar entre 3 y 50 toneladas de carbono por hectárea por año. Se calcula que los árboles frondosos, de copas extensas y vigorosas fijan unos 90 Kg de carbono al año, mientras que uno pequeño capta alrededor de 1 Kg al año. La distribución de los árboles en los bosques también es clave para mejorar la captación de CO2y otros óxidos nitrosos (NO2). Esto llama a la reflexión de que hay que cuidar y proteger los bosques y la ecología de una manera sana e integral.
Seguir fortaleciendo la medición y mitigación de la huella ecológica, más que un compromiso ambiental es un tema de conciencia social para la Cooperativa, porque implica una contribución directa para la reducción del impacto negativo al medio ambiente y por ende contribuye con la sostenibilidad de las comunidades.