Editorial Radio Santa María
Miércoles 7 de agosto, 2013
Al parecer los círculos políticos y empresariales del país tienen su plan bien definido. Ellos, los ricos, cuentan con los recursos naturales, minerales y humanos del país para hacer frente a sus meganecesidades y a sus lujos. Un síntoma de esa avaricia desbordada es el hecho de que siempre estamos en campaña eleccionaria, con aspiraciones a destiempo, usando los recursos del Estado para posicionarse en un mercado clientelista. A pesar de representar diferentes fracciones políticas, todos, sin distinción, prometen resolver la pobreza, la baja calidad de la educación y la precaria salud con argumentos falsos.
En un país de ricos, aunque está lleno de pobres, hoy se hace necesario evaluar los partidos y sus aspirantes a cargos públicos que se comprometen a enfrentar la pobreza extrema que viven millones de dominicanos en pleno siglo XXI. Cada cuatrienio de gobierno la miseria aumenta, sin derecho a reclamar justicia social.
Desde Pedro Santana, que traicionó a Juan Pablo Duarte, hasta la fecha, la clase política y empresarial ha guiado el destino de República Dominicana, “sin Dios sin Patria y sin Libertad” como bandera suprema. Esto nos ha convertido en una nación rica para pocos y pobre para muchos. Los políticos y empresarios se han hecho cómplices de la impunidad y la corrupción, dejando acumular, cada cuatro años, los problemas más acuciantes de la población.
El pueblo consciente no ha despertado aún del letargo en que nos ha sumido la clase política, y empresarial dominicana. Quienes tienen el poder y las riquezas del país no les interesa ni les conviene que los pobres reciban educación ni capacitación porque saldrían de la ignorancia y se volverían competitivos y proactivos al hacerse dueños de su propio destino.
En un país con tantas riquezas, los pobres somos más. Desafortunadamente, los pobres, aunque somos la mayoría, no ejercemos ni exigimos nuestros derechos más elementales a la vida, a la comida, a la vivienda, a la salud. Mientras la clase política, confabulada con la clase empresarial, en las campañas prometen villas y castillos engañando al pueblo que ve cifradas sus esperanzas en promesas que se desvanecen sin ser cumplidas, por décadas y décadas.
La clase política y empresarial se acomoda y se enriquece tan rápido que muy pronto se olvida de las necesidades básicas y de los reclamos de los servicios públicos de los pobres.
¡Somos un país rico, lleno de pobres¡ La clase política y empresarial goza de todos los privilegios del poder e ignora cualquier plan de nación con una visón de país simple y clara que prometa liberar de la pobreza a la mayoría de los dominicanos.
Si somos un país rico con todo tipo de recursos, ¿por qué somos un país lleno de pobres?
YC