“¿Será 2011 el principio de la década latinoamericana?”, preguntaba el titular de un webcast de la calificadora Standard & Poor’s que despertó mi curiosidad la semana pasada. Cuando lo vi, me pregunté si la compañía de calificación crediticia estaba soñando despierta, o si yo me estaba perdiendo la historia económica más importante de la región.
De hecho, pese a la opinión generalizada en círculos financieros de que este será “el siglo de Asia”, el video de Standard & Poor’s es sólo el último de varios informes optimistas sobre las economías latinoamericanas que han salido a la luz en los últimos meses. De repente —y aunque no tanto como China e India— Latinoamérica se está poniendo de moda entre los economistas internacionales.
Un reciente informe del Banco Mundial titulado “Latinoamérica: más allá de bonanzas y crisis”, sugería que posiblemente veamos una nueva era de estabilidad económica y crecimiento en la región. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) prevé que la región crecerá al menos un 4.2 por ciento este año, tras haber crecido un 6 por ciento el año pasado, lo que representa un desempeño bastante bueno comparado con los índices de crecimiento de EU y Europa.
La semana pasada, en una conferencia en la Universidad de Miami, Alejandro Foxley, el respetado director del centro de estudios CIEPLAN y ex ministro de Finanzas y de Relaciones Exteriores de Chile, pronosticó que varios países latinoamericanos pasarán a formar parte de las economías avanzadas alrededor del 2020.
“Probablemente veremos a Uruguay y Chile entre las economías avanzadas en los próximos 10 ó 15 años, y a países como Brasil, Argentina, México y eventualmente Colombia en los próximos 15 ó 20 años”, me dijo Foxley en una entrevista posterior. “Esa es una masa crítica importante”.
El webcast de Standard & Poor’s señalaba que varios países latinoamericanos han sido elevados a la calificación de “nivel de inversión” recientemente. Mientras que hace dos años sólo Chile y México gozaban de ese estatus en la región, desde entonces Brasil, Perú y Panamá se han unido a ellos, y posiblemente muy pronto se les una también Colombia, dice la empresa calificadora.
El crecimiento de Latinoamérica no se debe únicamente al boom chino de importaciones de materias primas de la región, dijeron los economistas de Standard & Poor’s. El porcentaje de pobres en Latinoamérica ha disminuido desde el 48 por ciento de la población de la región en 1990 al 32 por ciento de la población en 2010, lo cual genera una clase media más grande que ayuda a fomentar el crecimiento interno y hace que los países sean menos vulnerables a los shocks externos, explicaron.
Sin embargo, los escépticos pintan un cuadro menos optimista del futuro de la región. Latinoamérica está creciendo a menos de la mitad de los índices de China o India; los índices inflacionarios de Venezuela y Argentina alcanzan alrededor del 30 por ciento; el índice de criminalidad en México, Centroamérica y Venezuela está alcanzando cifras récords; los niveles de calidad de educación e innovación de la región se están quedando rápidamente atrás de los del resto del mundo, y gran parte del crecimiento latinoamericano se basa en los precios mundiales de las materias primas, que podrían derrumbarse si la economía China se desacelera.
Durante los últimos diez años, la dependencia latinoamericana de las exportaciones de materias primas ha crecido del 27 al 39 por ciento, según la CEPAL. En lugar de diversificar sus exportaciones y de producir artículos cada vez más sofisticados, la mayoría de los países de la región están exportando materias primas, como en las épocas de la Colonia.
Según el nuevo “Ranking de Competitividad Global” que acaba de sacar a luz el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, salvo Chile y Barbados no hay ningún otro país latinoamericano o caribeño entre las 50 economías más competitivas del mundo.
Mi opinión: A pesar de la nueva estabilidad económica y política en países como Brasil, Chile y Perú, gran parte del entusiasmo de los economistas internacionales sobre Latinoamérica es un fenomeno de optimismo por descarte. La economía de Estados Unidos no termina de despegar, Europa está estancada, el Medio Oriente está que arde, y los economistas están tratando de encontrar rayos de luz donde puedan.
América Latina está pasando por un momento relativamente bueno, en gran medida por factores externos. Ojalá me equivoque, pero si los países no se ponen las pilas para mejorar rápidamente sus niveles educativos y diversificar sus exportaciones, éste no será “el principio de la década latinoamericana”. Con suerte, será el principio de una era de prosperidad para unos pocos países que están empezando a apostarle a la innovación, y los dos o tres últimos años de un ciclo de crecimiento generado por condiciones externas favorables para la mayoría de los demás.
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